Ayer fue viernes, y siguiendo la tradición se desarrolló el evento de casi todos los viernes.

Amaneció el día cubierto pero sin riesgo de lluvia.

Los ocho jugadores se presentaron puntuales en las pistas de abajo.

Julio, procedió al sorteo de parejas, que esta vez se hizo según el procedimiento de «bolas calientes», para beneficiar a la tercera edad.

A mitad del primer set, hizo aparición José Luis, para comenzar los preparativos del rancho que estaba programado.

Después de los diferentes cruces de parejas, procedimos a posar para la foto, envueltos en nuestra bandera, como si se tratara de una jura de la misma en términos castrenses.

Después de la ducha se preparó un picoteo a base de queso, embutidos, y una ensalada de espárragos con cebolla dulce y olivas negras, todo ello regado con abundante cerveza y vermut reserva.

Mientras se terminaba de dar el punto al rancho, se habló de temas variopintos y dispares, que iban desde el tipo de patata que se había incorporado al guiso, la compra de varios botes de espárragos a un proveedor que descubrió Ramon, o los detalles para la compra de la lotería de Navidad, pasando por la introducción por parte de Angel, nuestro ferroviario, de un término desconocido para muchos, como es el de las ¨zulibarzas¨, que se apreciaban en el fondo de la botella de vino de pitarra que estaba enfriándose con la cerveza.

Como anécdota del día, debo señalar que fuimos espectadores de una breve sesión de fisioterapia desarrollada en el salón donde trasladamos la perola con el rancho.

Degustamos el plato principal en cuencos decorados gentileza de Ramon, y que como siempre fue del agrado de los comensales.
En este día, los cafés y las bebidas espirituosas fueron animados con un milhojas de crema repartido en generosas raciones.

Tras el cálculo y abono del importe del evento, y, como escribiría un buen secretario de cualquier reunión, se levantó la sesión sin más asuntos que tratar.